¿Y el partido liberal?

Que el Bicentenario traiga una revolución liberal

Hay dos formas de entender la libertad: la primera, como la posibilidad que tenemos los individuos para determinar nuestro destino a través de nuestras acciones, sin barreras que se interpongan. La segunda, como la ausencia de coacción de otros para poder elegir qué hacer con nuestras vidas, respetando la libertad de los demás. Mientras la primera presupone una intervención del Estado para ‘remover’ aquello que impide la autorrealización, la segunda implica que los demás –y el Estado– no se involucren en la libertad de elección de cada uno.

La Bancada Liberal creada por Costa, De Belaunde, Lombardi, Petrozzi y Zeballos podrá ser liberal en el sentido de promover que el Estado intervenga para que los individuos puedan autorrealizarse (p.e., de acuerdo con su declaración de principios se requiere prestar especial atención a “los adultos mayores, a quienes se les debe garantizar una vejez digna”). Pero no puede calificarse como liberal en el sentido de buscar ampliar la esfera de la libertad de elección, que es la que ha dado forma al liberalismo del mundo moderno.

De hecho, en la declaración de principios de esta nueva bancada no se observa siquiera la intención de dar a los individuos mayor espacio para que cada uno pueda elegir en asuntos personales (identidad, religión, etc.) ni económicos (negocios, consumo, etc.). Todo se enfoca desde la coacción estatal a realizarse sobre los individuos, salvo menciones aisladas como el ‘reconocimiento de la comunidad LGTBI+’.

Así, a pesar de que el nombre idóneo hubiera sido la Bancada Progresista, resulta refrescante ver un progresismo que mire con mejores ojos al mercado de lo que hace Nuevo Perú, cuya líder aún sueña con cambiar el régimen económico de la Constitución, para crear más empresas públicas a fin de “recuperar la soberanía sobre nuestros recursos”, y así malgastar los recursos que nos cuesta generar a los contribuyentes.

De hecho, la Bancada Liberal llega a reconocer algo ‘apócrifo’ para Verónika Mendoza: “El crecimiento económico descentralizado de los últimos años y la mejora social que lo ha acompañado –traducida, entre otros, en la reducción de la pobreza y la desigualdad – han sido posibles gracias a la economía de mercado”. Un avance que ahora debería traducirse en normas que tengan sentido económico para generar incentivos correctos, incluso cuando se aborden derechos humanos económicos, sociales, etc.

La nueva bancada tiene un interesante espacio político que explotar, a fin de desmarcarse de Mendoza. Por ejemplo, ya que mencionan la necesidad de una reforma laboral, podrían partir por coincidir con Dargent, quien para mi sorpresa declaró hace poco que se equivoca la izquierda si cree que con más fiscalización florecerá la formalidad, y que son dinosaurios setenteros quienes creen que más estabilidad es mejor empleo. Alas y buen viento.

 

 la Bancada Liberal no es liberal y todos los demás corren del centro radical hasta la izquierda. A decir verdad, no hay un partido liberal. La derecha (¿?) es conservadurismo moral y el progresismo es liberalismo moral, pero la moral no se come. 

Interesante sería que el llamado “republicanismo”, que suena en ambos lados del espectro, tuviera por apellido “liberal”, porque no hay otro republicanismo que ese mismo que Sánchez Carrión soñó para el Perú cuando todo advertía que seríamos independientes, pero no liberales. Demasiados caudillos por un cofre: Estado idiota, cortesanía, sultanismo, anomia y sobrerregulación.

Y te preguntas todavía ¿por qué es tan importante ser liberal? Informaba El Comercio hace cien años (1919): “Para orgullo de América Latina, Argentina es uno de los países más ricos del mundo. Un cable procedente de Buenos Aires informa que se vienen efectuando las gestiones para que el gobierno de ese país garantice un préstamo de cien millones de pesos al gobierno alemán (…). Este proyectado préstamo se realizará en idénticas condiciones a las que se otorgaron a los aliados hace un año (…)”. Cáete porque hace un siglo Argentina era la Suiza americana y le prestaba a Europa, hasta que llegó el populismo de Perón y todos sus presidentes quisieron ser Perón y… ya sabes.

Con referencia a data del Banco Mundial, hoy en Argentina sabemos que las cosas van mal, obvio, 53% de sector privado (poco), 47% Estado. El PBI per cápita de Alemania (74% de sector privado), a quien le prestaba Argentina en 1919, es hoy de US$ 40,800 dólares al año; el de Argentina es US$ 11,644. Alemania tiene un salario mínimo de US$ 1.,782, el de Argentina es cinco veces menor.

Y todavía quieres ser de izquierda o vagas en nebulosas populistas. Singapur tiene un 89% de sector privado y es el segundo en la data con mayor PBI per cápita (US$ 64,582), es el que menos corrupción exhibe y menor desempleo. Lee Kuan Yew, que gobernó treinta años, produjo el milagro. Figura en el más alto ránking de educación. La suya fue una revolución liberal desde la miseria, aunque diseñó un aparato bastante severo para castigar delitos: libertad con orden. Su liberalismo mira a la economía privada como a una joya. Es el quinto país del mundo con más millonarios (10%). Desde luego, dos de sus fuertes fueron la inversión en la gente (educación) e infraestructura productiva.

Los países con mayor economía privada con relación al Estado son los que más PBI per cápita tienen, mayor es el salario mínimo promedio, menor es la corrupción y menor el desempleo. Singapur arriba, Nueva Zelanda, Suiza, Australia, Irlanda, Estados Unidos, Islandia, Dinamarca, Finlandia, Alemania, Noruega, Corea del Sur. China es, desde luego, la economía que más crece. Su sector privado ha tocado un pico de casi 60%, y decidió dejar progresivamente el estatismo. Supo, modo trampa, que la mano de obra barata es también un acelerador. Poco que decir de su salario mínimo, que es bajo. Vicios estatistas. Muy abajo corre entre los malos, Liberia, Bolivia, Cuba, Venezuela y Corea del Norte. Más Estado, malos indicadores. Venezuela corre al subsuelo. Más pobreza, más corrupción, menos empleo.

La experiencia favorece a los que ensanchan su libre mercado y reducen su Estado y la regulación. Que el Bicentenario sea el de la revolución liberal que no firmamos en 1821, en nombre de una “separación de Estados” (a secas). Ladina forma de decir: “¡Fuera, Rey Fernando, que aquí manda y medra nuestro General!”.

FUENTES:
https://elcomercio.pe/opinion/rincon-del-autor/bancada-liberal-fernando-caceres-freyre-noticia-591063-noticia/
https://elmontonero.pe/columnas/y-el-partido-liberal

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